Sonríe ángel que, arrojado del cielo, es condenado
a arrastrarse en la tierra, en la mía.
Canta con tus pies arañados y en la dulce oscuridad
quédate a mi lado.
Danza conmigo tierna muerte hasta que llegue
el alba solitaria que te concederá su perdón.

Olga Maria Sain
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