Vuelve a ese lugar conocido.
A ese refugio donde eres tú simplemente.
Donde lloras, ríes, te conmueves.
Ese lugar tan tuyo. Y tan mío.
Tan cálido. Tan íntimo. Tan nuestro.
Ese en el que somos verdaderos lejos de los supuestos
y nuestros reflejos deambulan lejos de los espejos.
Ese espacio habitado por nuestras emociones
en el que libremente se expresan,
y así andan, sin caretas, sin posturas ni conveniencias
dejando que nos encontremos en la bellísima desnudez
de ser quienes somos.
Te encuentro allí cada día para sanarnos.
Quiéreme con lo que soy, con lo que tengo, con lo que traigo.
Quiéreme sin presagios, sin apresuramientos.
Quiéreme sin tiempos, sin medidas ni cálculos.
Anticipémonos a los secretos compartidos y a los deseos manifiestos,
alentando los pasos que son anhelo.
Poco importan los desvelos de un futuro que aún no llega.
Quiéreme éste verano de frescas auroras y hazme entre tus brazos florecer.
Quiéreme a tu manera, sin miedos, sin miramientos.
Con el único cuidado de estar dispuestos a ser felices en éste intento.

Olga Maria Sain
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