Aún recuerdo los viejos sitios de los que salí con decisión, determinación y respeto por mí misma.
La vieja silla donde sentarse fue un día un duelo entre ella y yo,
el levantarme, acomodarla en su lugar junto a la mesa y partir sabiendo que allí no regresaría.
La osadía, el bello sentir de un cambio que emergía - ya nacido dentro- entre los párpados que se iban abriendo.
Los primeros pasos, las cuantiosas lágrimas
y el grito de silencio de mi voz tanto tiempo callada.
Recuerdo y lo seguiré haciendo...
mis días de atrevimiento, fortalecer el alma, liberación lograda.
Porque sostener es un fin hasta que deja de serlo.
Me acuerdo con amor del pasado,
de los viejos sitios donde anduve vida, aprendiendo.
Y así continúo...

Olga Maria Sain
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