Frío en el alma, hielo que va derritiéndose
desde lo más oculto, lo que negó la conciencia,
lo que intentó borrar la memoria.
Se abren las compuertas al desborde.
Trazos de un dolor que perdió su costumbre
de ser piedra tallada en el centro de la vida,
como un homenaje, quieto y atávico
envuelto en miradas que apenas se detienen.
Y la mía…
Se han cerrado los ojos contemplando
vacíos sueños que se escapan en un negro crespón.
Es el dial de una frontera, una deportación no pronunciada,
languidez en los umbrales esperando filtros del ocaso
para detener el día.
Hoy, un instante nada más y llegarás tú amigo del ayer
con tu traje blanco, con tu blanco pelo,
nieve encendida en el rostro y mi nombre en tus labios.
Ese que grabé en mi mente junto al tuyo
y puse un ramo de flores
allá, en el rincón de los recuerdos donde te encuentro.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
lo que intentó borrar la memoria.
Se abren las compuertas al desborde.
Trazos de un dolor que perdió su costumbre
de ser piedra tallada en el centro de la vida,
como un homenaje, quieto y atávico
envuelto en miradas que apenas se detienen.
Y la mía…
Se han cerrado los ojos contemplando
vacíos sueños que se escapan en un negro crespón.
Es el dial de una frontera, una deportación no pronunciada,
languidez en los umbrales esperando filtros del ocaso
para detener el día.
Hoy, un instante nada más y llegarás tú amigo del ayer
con tu traje blanco, con tu blanco pelo,
nieve encendida en el rostro y mi nombre en tus labios.
Ese que grabé en mi mente junto al tuyo
y puse un ramo de flores
allá, en el rincón de los recuerdos donde te encuentro.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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