Vete o permite que sea de nadie
vagando por éstas viejas calles donde la noche se hunde.
O deja que me pierda lentamente entre la nada.
Sombra en la sombra.
Los ojos cual dos copas levantadas hacia la última luz.
Y no me preguntes, no quiero que me preguntes
lo que quiero, lo que soy.
Si para mí la multitud es el vacío.
Y en el vacío multitud de fantasmas.
No preguntes qué busco
pues lo que deseo es que la extrema palidez del cielo
ilumine la puerta de mi alma para poder regresar a mi.
Necesito una tregua. Me sentaré en un banco imaginario
y el silencio será el que me hable.
Lo escucho, dice:
Eres una cosa.
Una cosa de nadie que pasea por las viejas calles de su mundo.
Tus ojos dos copas levantadas
Hacia la última luz.
Alma perdida que vaga sin retorno...
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
O deja que me pierda lentamente entre la nada.
Sombra en la sombra.
Los ojos cual dos copas levantadas hacia la última luz.
Y no me preguntes, no quiero que me preguntes
lo que quiero, lo que soy.
Si para mí la multitud es el vacío.
Y en el vacío multitud de fantasmas.
No preguntes qué busco
pues lo que deseo es que la extrema palidez del cielo
ilumine la puerta de mi alma para poder regresar a mi.
Necesito una tregua. Me sentaré en un banco imaginario
y el silencio será el que me hable.
Lo escucho, dice:
Eres una cosa.
Una cosa de nadie que pasea por las viejas calles de su mundo.
Tus ojos dos copas levantadas
Hacia la última luz.
Alma perdida que vaga sin retorno...
Olga Maria Sain
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