Hago, deshago, te nombro
acomodo, desordeno
alumbrando con luz de fósforos la ansiedad
del cuándo volverás.

Me miento que puedo
arremeter contra tu ausencia
con un nuevo silencio
cuando en realidad te sigo
hablando bajito,
como entre sueños.

Como en aquél entonces,
cuando dormidos o despiertos
andábamos buscándonos y hallándonos
en el mágico misterio
que íbamos construyendo.

Esto es lo que somos hoy.

Pues donde quieras que tú estés
donde quiera que yo esté
somos y seremos siempre dos.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



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