Ellos eran bastante complicados.
Él orgulloso y ella bastante extraña.
A veces sensible y otras veces mandaba todo a ese país desconocido sin siquiera pensarlo,
pero después lo lamentaba
y hacía todo lo posible para arreglarlo.
Ellos, los dos, sabían amarse como nadie.
Eran únicos, nada podía separarlos;
podían gritar contra lo que no querían,
y cuando se faltaban, no se buscaban,
pero se pensaban aunque ninguno de los dos lo quisiera admitir.
Ellos dos eran total y bellamente imperfectos
mas se complementaban, se pertenecían aún antes de conocerse, siempre se han pertenecido
y siempre se han buscado, hasta el día que se conocieron.
Eran extraños, diferentes, pero:
¿ Cómo se completa un rompecabezas?
Con piezas diferentes y ellos estaban hechos para encajar entre miles de piezas.
Sabían que toda la vida la pasarían juntos completándolo,
también con muchas peleas pero superando todos los obstáculos.
Se dieron cuenta que a dos como ellos no los separaría nunca nada ni nadie.
Porque sencillamente se amaban locamente.

Olga Maria Sain
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