Te quedas.
Ya no hace falta pedirlo.
Ni decirlo siquiera.
Te quedas.
Sabemos cómo es.
Cómo nos roza,
cómo maravillosamente
nos toca,
nos vulnera,
nos salpica,
nos convoca.
Te quedas.
Me quedo.
En un sinfín de emociones
siempre nuevas.
Donde soy, eres.
Donde eres, soy.
Estoy.
Ya no hace falta pedirlo
ni decirlo siquiera.
Es el milagro saliendo de la letra.
Te estoy sonriendo.
Y te quedas.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



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