Ojos lejanos, cuando eran tristes tus ojos,
en ese día parecían dos gaviotas sobre el mar.
Eran silenciosos soplos de viento,
tímidos pétalos de amapolas silvestres.
En esos ojos he visto el sol cuando en la línea
del horizonte se esconde para dar paso a la noche.
Recuerdo tus pupilas profundas
como la puerta de mi alma,
como la raíz de un árbol sagrado.
Los he visto trasfigurarse en gotas de rosas,
en fragancias de nardos,
y sobre tus dedos delicados nacían hilos de ternura.
Tus ojos- pájaros migratorios-
muros infranqueables, fragmentos de estrellas,
resplandor absorbente y distante
ahora vagan por tierras lejanas
dejando la reverberación de una temporada suave,
entre oleadas de agua de manantial,
en una aurora de tenues colores.
Y muy lejos de los míos.
Muy lejos.

Olga Maria Sain
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