Y así es que a veces
mi poema se retira pudoroso.
No entiendo a dónde va,
ni por qué se ausenta.
Irá quizá a alimentarse
a alguna parte del infinito.
Probará por alguna calle salpicada de colores,
o en alguna tierra amena
que linde al este con el encanto
y al oeste con la maravilla.
Se acurrucará todo tembloroso
en los amaneceres y atardeceres de la vida.
Es resbaladizo como la seda,
escurridizo como perla que rueda,
rápido como el paso en la noche de una mujer sola,
discreto deja que cansada me duerma
para aparecer sutilmente en mis sueños.
Y al día siguiente disfrazado de obviedad me observa.
Yo no sé algunos días a dónde se va
mi supuesto poema, sus versos.
Pero lo espero porque lo amo.
Lo aguardo preparada,
con una resplandeciente alegría interna.

Olga Maria Sain
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