La abuela en la ventana,
las cortinas tamizando atardeceres
que se confunden con la tormenta,
su tez devana madejas de recuerdos,
sus ojos, olvidos en calma.
Una leve sonrisa hacia adentro
en el andén que espera el tren hacia Dios.
Un padre-nuestro en los labios
ya ritual casi inaudible.
El amor secuenciando
el aroma de jabón antiguo
mientras la plancha se desliza
en el doblez de las sábanas
que se blanquearon al sol.
Ella partirá con tramos de su historia
callados hace mucho tiempo,
ese ayer que yo imagino
entre sus blancas pestañas,
cuando me mira con lentitud, absorta,
como recorriendo en una caricia
el óvalo de mi rostro.
Olga Maria Sain
Derechos Reservados
que se confunden con la tormenta,
su tez devana madejas de recuerdos,
sus ojos, olvidos en calma.
Una leve sonrisa hacia adentro
en el andén que espera el tren hacia Dios.
Un padre-nuestro en los labios
ya ritual casi inaudible.
El amor secuenciando
el aroma de jabón antiguo
mientras la plancha se desliza
en el doblez de las sábanas
que se blanquearon al sol.
Ella partirá con tramos de su historia
callados hace mucho tiempo,
ese ayer que yo imagino
entre sus blancas pestañas,
cuando me mira con lentitud, absorta,
como recorriendo en una caricia
el óvalo de mi rostro.
Olga Maria Sain
Derechos Reservados
Comentarios
Publicar un comentario