Nuestro encuentro fue como el viento
que ululaba entre estertores y tempestades.
Mar invadiendo costas, mar donde sumergirse.
Furia, vértigo, sudor, temblor: tu piel, mi cuerpo .
No somos y nunca seremos paz y silencio,
quietud y calma, o brisa suave que acaricia y pasa.
Estamos hechos de carne, tú y yo,
de esa que al brotar, acaricia.
De piel que tiembla ante caricias,
ante gestos repentinos y vertiginosos.
Estamos hechos de carne, tú y yo.

A la naturaleza no hay que hacerle preguntas.

Olga Maria Sain
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