Quisiera quedarme en un minúsculo cuarto
donde el silencio de los silencios
murmure besos en mis oídos.
Se escucha el latido en las sienes
como vaivén de brazos de madre-nodriza
acunando a un inquieto niño.
Ya cierro los ojos
para el siempre de un instante,
porque el sueño navega
en la distancia de lo más cercano,
el mundo
es horizonte violeta al atardecer
vuelos y pasos
flotando sobre los riscos,
saltando entre los bosques.
El aire huele a mundo real,
a vida en verde,
a caricia en pétalos,
a madera que palpita,
a tierra que acoge la lluvia .
La existencia Es. Existe. Vibra.
Voy a contemplar para sentir
el rostro de mi dulce amor
durmiendo sobre mi almohada.
Blanca la piel entre brillos de nácar
los labios entreabiertos
casi en una sonrisa,
los párpados oscilando...
Sueña tú ahora
los paraísos están muy cerca
y un beso cubre su inmensidad.

Olga Maria Sain
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