A tu vida la vives por encima de este mundo distante ahora.
Millones de años te separan.
No clavas tus uñas sobre una piedra ahogando el grito.
Tú no eres roca solitaria silenciosa como un trigal.
Bajo el yugo de la luz, cantas a las constelaciones,
aún sin saber leer los mapas.
Y escuchas,
te pierdes,
te encuentras,
te rompes,
te hundes,
te alzas
con tu cuerpo que elige mutar con tal de no perecer.
Y la palabra,
fruto de eternidades,
es la que te posee,
te ilumina,
te hiere.

Olga Maria Sain
©Derechos Reservados



Comentarios