Sus ojos al cruzarse se miran un segundo,
un instante, tan solo un parpadeo.
Él se muerde el labio para decirle en silencio que la desea.
Ella, con las pupilas de una niña ilusa,
se deja tocar la piel por esos ojos mentirosos.
Le aprieta la mano.
Ella llora, está enamorada.
Él se ríe, es sólo una noche.

Olga Maria Sain
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