En ese momento era feliz,
una no se cansa nunca de serlo
y me pregunté por qué la asimilación
de un sentimiento tan benévolo
nos encuentra siempre desprevenidos,
irreflexivos,
tanto que solo conocemos la nostalgia de la felicidad
o su perenne espera.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
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