Querido amor, aún te escribo.
Es agotador, se congelan las palabras
con este frío ominoso que padezco sin ti.
Ahora vivo en un cristal de nieve que danza,
que se engaña a sí mismo y de vez en cuando
se detiene, para poder descansar
y se resguarda en el recuerdo de mi corazón.
Quisiera poder derretir el hielo de este silencio atroz
para calentarme del frío del mundo
demasiado crudo ahora
sin tu luminosa presencia.

Olga Maria Sain
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