Nada de lo que soy, absolutamente nada, sería sin lo que he sido.
Sin cada desafío, sin esos dolores, sin las derrotas, sin haber ganado.
Sin aquélla partida, sin las vergüenzas sensatas, sin los pudores insensatos.
Sin el cielo prometido, sin el consejo desoído o sin la atendida reflexión.
Sin los temores que albergué y los que aún tengo, sin esa despedida, sin el encuentro inesperado.
Sin la desazón, sin el desasosiego, sin la expresión de mis deseos.
Sin los silencios y sin el color quebrado de mi voz.
Sin los altibajos, sin los bajos muy bajos, sin los destellos de alegría, sin las decepciones y las caricias bienvenidas.
Sin los ruidos internos, sin los silencios no queridos, sin los desencuentros, sin los vuelos y los pasos quietos.
Nada de lo que soy, absolutamente nada, sería sin lo que he sido.
Por ello, me confieso creyendo en lo que sucede y me reconozco
en los prolegómenos de lo que seré mañana.
Forjada y formada por estas circunstancias y las que vendrán.
Mujer en pie y con fortaleza sabiendo que la grandeza se alcanza
con pequeños logros y el primero es reconocerme y aceptarme como soy.
Soy como la mañana que necesita de la noche, la madrugada y el alba.
Olga Maria Sain
©Derechos Reservados
Sin aquélla partida, sin las vergüenzas sensatas, sin los pudores insensatos.
Sin el cielo prometido, sin el consejo desoído o sin la atendida reflexión.
Sin los temores que albergué y los que aún tengo, sin esa despedida, sin el encuentro inesperado.
Sin la desazón, sin el desasosiego, sin la expresión de mis deseos.
Sin los silencios y sin el color quebrado de mi voz.
Sin los altibajos, sin los bajos muy bajos, sin los destellos de alegría, sin las decepciones y las caricias bienvenidas.
Sin los ruidos internos, sin los silencios no queridos, sin los desencuentros, sin los vuelos y los pasos quietos.
Nada de lo que soy, absolutamente nada, sería sin lo que he sido.
Por ello, me confieso creyendo en lo que sucede y me reconozco
en los prolegómenos de lo que seré mañana.
Forjada y formada por estas circunstancias y las que vendrán.
Mujer en pie y con fortaleza sabiendo que la grandeza se alcanza
con pequeños logros y el primero es reconocerme y aceptarme como soy.
Soy como la mañana que necesita de la noche, la madrugada y el alba.
Olga Maria Sain
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